Desde la orilla del Bañado la Estrella, en la provincia de Formosa, uno de los mayores humedales de Sudamérica, las mujeres pilagá tejen el carandillo que crece de manera espontánea en el monte.
Las artesanas se internan por el bosque, evitando los días nublados que restan visibilidad. Sólo así, caminan varios kilómetros, siempre en grupos de a cuatro a cinco, para mantenerse unidas y cuidarse mutuamente.
Cuentan que uno de los secretos para conseguir las hojas más grandes y fuertes es aprovechar la luna llena. Salir a recolectarlas en esos días, asegura su excelencia. Sólo toman parte de las hojas, jamás la planta entera, para que siga creciendo.
Luego de la recolección comienza el desfibrado, cuando las hojas se transforman en fibras suaves y finas. Las dejan reposar al sol un día completo y así obtienen el característico color blanco para tejer la cestería.
Las artesanas utilizan agujas con diferentes técnicas, cocidas y mixtas que logran variedad de diseños. Conversan y cuentan sus historias mientras tejen. Comparten intimidad, charlas, compañía y hasta un silencio creativo.
MATRIARCA impulsa ensayos de cultivos de palma para facilitar el acceso a la materia prima. De esta forma, protege el impacto sobre el medio ambiente.