Las mujeres wichí tejen las fibras del chaguar como parte de su cultura. Transmiten este saber de generación en generación con diseños que surgen de su cosmología: la de un pueblo de pescadores-cazadores-recolectores originario del Gran Chaco.

El chaguar es una planta que crece de manera espontánea en el sotobosque. Para trabajar las fibras, las artesanas atraviesan varias etapas:

Caminan varios kilómetros para recolectar el chaguar. Seleccionan las plantas de mejor calidad y se valen de un palo de madera para protegerse de las espinas, muy agudas. Una vez seleccionadas las hojas, con mucho cuidado, extraen la cobertura espinosa.

Para eliminar las impurezas, golpean y raspan las fibras. Luego las enjuagan y secan al sol. Cuanto más fuerte pegan los rayos, más blanca quedará.

Luego, las artesanas las separan y las trabajan manualmente sobre su regazo usando ceniza para obtener un hilo de mejor calidad.

El siguiente paso es el teñido. Para lograrlo, las mujeres emplean raíces, frutos, cortezas y hojas del monte nativo que regalan colores únicos. Se destacan el ocre, negro, marrón, completando la paleta con rosados, azules, violetas, anaranjados y verdes.

A través de MATRIARCA impulsamos el desarrollo de tecnología especial para cultivar el chaguar y mejorar el proceso de teñido. De esta forma, identificamos más de treinta y dos plantas tintóreas.

Registrate para recibir todas nuestras novedades